jueves, 17 de octubre de 2013

Mi herencia




¡Mi herencia eres Tú, Señor!
Prometo obedecer tus
palabras.
Salmo 119: 57

¡Mi herencia eres Tú, Señor!. Esta exclamación tan gozosa se parece mucho al asombro que nos produce darnos cuenta del poder ilimitado de Dios; o cuando vemos las maravillosas maneras en que Dios nos cuida y actúa a nuestro favor.
No hay mayor riqueza, ni es posible encontrar un tesoro mayor, que el Amor y la misericordia del Señor.
Si el Señor es "mi herencia", como dice el salmista, entonces podemos apropiarnos de todas sus promesas, y también podemos aprender a amarlo como nuestro Padre. Un Padre que deja que sus hijos disfruten de todas sus riquezas y todas sus bendiciones. Él nos permite participar de una herencia gloriosa y eterna, tal como Él es.

Prometo obedecer tus palabras. Una afirmación que surge en forma espontánea, que es consecuencia natural de un amor que Dios mismo ha puesto en nuestro corazones, sensibilizados ante la maravillosa herencia que recibimos de nuestro Padre Dios.

Recordemos las palabras de nuestro Señor Jesús, 
en el Evangelio según San Mateo:
"Si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas
a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo
dará cosas buenas a los que le pidan"

¡Oh Señor, Tu eres nuestro tesoro eterno!


Pintura: Peder Mork Mönsted

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