viernes, 21 de junio de 2013

Justicia divina




El Señor hace justicia a los oprimidos,
da de comer a los hambrientos
y pone en libertad a los cautivos.
El Señor da vista a los ciegos,
el Señor sostiene a los agobiados,
el Señor ama a los justos.
El Señor protege al extranjero
y sostiene al huérfano y a la viuda,
pero frustra los planes de
los impíos.
Salmo 146: 7, 8, 9
NVI

El Salmo 146 es de aquellos poemas llenos de alabanza a Dios que incluyen expresiones de "¡Aleluya!" que es la palabra, usada por todos los cristianos, que mejor sintetiza 
la alegría de alabar a Dios.

Es notable que en estos pocos versos, se repite cinco veces el nombre del Señor, para dejar en forma muy clara y explícita, su poder. Jehová, Dios Todopoderoso, el Señor del universo es quien se ocupa de impartir justicia y aliviar a todos los oprimidos, mostrando de esta manera tu majestad y su gloriosa misericordia. 

El salmista tiene mucha razón cuando dice "no pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales que no pueden salvar" porque sólo el Señor puede brindar verdadera y completa libertad; la libertad del espíritu y del alma; los ojos son abiertos, caen todas las ataduras y las cadenas. El Señor sacia todas las necesidades, derrama su Amor  trayendo alivio, libertad, justicia y protección a todos los que en Él confían.

En mi opinión, todos los que amamos al Señor, los que buscamos conocerlo cada día un poco más, en algún momento de nuestra vida nos encontramos con el Amor del Señor estando dentro de los grupos humanos mencionados en estos versos. Fuimos quizás de aquellos ¿"oprimidos"? o estuvimos ¿"hambrientos"? o nos sentíamos ¿"cautivos"?, estábamos ¿"ciegos"?  o  ¿"agobiados"?...  y fuimos ¡rescatados!.
Por eso podemos decir como el salmista:

¡Aleluya!
Alaba, alma mía, al Señor

Pintura: Quint Buchholz

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