jueves, 25 de abril de 2013

Ofrendas




Suba mi oración delante de ti
como el incienso,
el don de mis manos
como la ofrenda de la tarde.
Salmo 141: 2

Es muy hermosa la comparación que hace el salmista entre la oración y el incienso que es preparado cuidadosamente. Un fuego sagrado enciende en el alma la devoción y prepara cuidadosamente las palabras adecuadas para la adoración a Dios. Una vez presentada la oración, esperamos que llegue a  su santa presencia, tal como el aroma agradable y suave del incienso.

Como la ofrenda de la tarde. Seguramente había un hábito diario de ofrecer  adoración a Dios trayendo ofrendas especiales, escogidas con gran esmero, cuidadosamente dispuestas en el santo altar. Si hay ofrenda de la tarde,  también había ofrenda de la mañana.

El salmista nos invita  a cultivar hábitos sencillos pero significativos, para adorar a Dios todos los días de nuestra vida. Y que en ese acto de adoración quede sujeta nuestra debilidad y nuestros temores.

Oh Señor, que mi oración de hoy suba delante 
de ti como el incienso
Quiero que mi ofrenda de hoy sea mi día y mi presente

Pintura: Victor Pasmore

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